jueves, 17 de enero de 2013

Si hablara de poesía...


Recuerdo la sensación cuando comprendí a Paz y lo que decía de lo poético, entiendo la explicación que me dieron de tal y pienso en lo poético como ese velo de belleza y juego con lo que cubrimos las cosas: lo que hace al acto rito. Lo comprendo como una relación entre lo que es (el significado) y ese juego maquiavélico y desconcertante que puede ser el lenguaje (significante). Por otro lado la poesía es eso que escribimos de lo poético, de lo que nosotros (o el autor) vemos de lo poético. Cuando leemos versos de alguna manera sentimos que son o no poesía para nosotros: que los sonidos juegan, proponen, insinúan y develan o que son sólo emisiones huecas que no nos traspasan, que se nos resbala. También reconocemos lo poético, vemos el aura de ese nosabesqué (don´t know what) que nos hipnotiza.
La poesía, junto con lo poético pueden ser grotescos aterradoros o subversivos. La primera, al decirnos en código, nos resulta un juego al que podemos recurrir incluso para sentir perder, como en el caso de la poesía romántica. El amor y la poesía han producido los versos más tristes muchas noches y con ello enmarcado un tipo especial de lo poético: lo poético y trágico.
En este sentido, el amor por su naturaleza potencia la ambigüedad poética, es campo fértil para los juegos de emociones y palabras. No en vano nuestro padre Roland Barthes hace un inventario de las figuras que caben en el amor, cada una de ellas como, y con, una veta de exploración poética. En muchos casos es éste candor el que provoca el primer acercamienton con la poesía y por lo tanto su primera impresión. La poesía es, ante todo, sobre el amor. 
"El amor es un sentimiento joven", creo recordar que decía Márquez y como tal encuentra en el final un descubrimiento terrible y catastrófico: el fin, en fin de lo bello y de la felicidad. El enamoramiento es también, en la misma medida o tal vez más, un sentimiento joven: lleno de entusiasmo y ensimismamiento, de "ilusiones". La poesía es sólo la materialización de la belleza que tiene lo poético, la poesía simplemente nace, da voz a las alas.
Me pregunto entonces: ¿no hay poesía en el largo vivir? ¿Sólo hay poesía en el amor? Y el siempre estimulante carpe diem (1) ¿ no está lleno de bellos momentos?  ¿Acaso la poesía termina con el felices para siempre, si es que  hay tal? Entonces recuerdo que la poesía es voz, nombre, palabra, que no puede faltar belleza sino ojos que la busquen y voz que la nombre. El mundo no está falto de belleza nunca, son los ojos que miran los que, la mayoría de las veces, no la buscan.
Pero ¿quién se debe a la poesía? Los poetas, por principio,supongo, los artistas, por extensión y el resto de los simples mortales ¿qué hacemos? Me da miedo vivir en un mundo sin poesía, en un mundo donde no veamos lo poético. Conociéndolos, no quiero confiar del todo ni en los poetas ni en los artistas:  hace falta mucha poesía en el mundo y es cosas seria.
La poesía debe hacerse. Debe hacerse y como se hace el amor: con la piel, con palabras suaves, con sudor y con pasión, sobre todo con pasión que sin eso ya no es ni amor ni poesía.
Debe hacerse y hacerse diario, hacerse con paciencia, con un poco de cabeza, con ganas de jugar y de nombrar lo bello, buscándose y recordándose, reinventándose, expresando, sacando, puliéndose, recordando diario que hemos elegido la poesía y recordar en ello los versos volátiles de Jiménez, el color y el juego de Darío. Hay que recordar oyendo las viejas charlas, teniendo nuevas, conociendo al poeta, único poeta que terminan siendo todos los poetas que conocemos y que se vuelven uno solo en nuestra memoria, en la voz que nos repite sus versos en la oscuridad (única diferencia entre el amor y la poesía).
Entonces se debe tomar la responsabilidad por lo poético y hacer poesía. Si no alcanzan la métrica ni la paciencia para hacer versos se puede uno decidir por la palabra que vuela: la hablada, la que se va. Nombrar lo poético, tan simple como eso, habremos puesto nuestro grano de arena y si pareciera que le falta poesía se debe sonreír al hablar y ahí estará: con los oídos correctos seremos juglares laureados. Esta responsabilidad descansa, por el otro lado, de mucha menor apariencia obligatoria de leer. Cuando uno lee poesía nos dejamos fluir un rato en su cadencia e inevitablemente nos empapamos en ella, nos llevamos esa poesía sobre los párpados y nos deja ver el mundo a través de ese velo y así amarlo.
Lo poético, al final, por algo es aquello que se nos escapa, que, ni aún en la poesía, termina de ser dicho, algo que oímos pero que no ha sido enunciado, que vemos en lo que nos está vedado o que no podemos ver aunque se observe. Lo poético es algo que está en nuestra común soledad, que podemos compartir y que, por eso, es un regalo.

(1)Toma el día, en latín, se refiere a aprovechar el día.

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