Quisiera ser feliz un ratito,
un ratito nomás,
olvidar las cuentas del súper
y también las del gas.
Estar contenta sin deudas
y tanto que tengo que dar
tanto que me quedo vacía
sin poder ya más esperar
que esa felicidad llegue mañana
u otro día que vendrá
siempre después de otro
y uno y otro más.
Quisiera ser feliz esta tarde,
un ratito pequeño nomás,
de cinco a seis de la tarde
y ya después ponerme llorar.
A llorar otra vez porque estamos
condenados al suelo y ya,
a vivir tanto desasosiego
y lo del clima mundial,
lo de las pestes y el hambre,
lo de esa guerra que está
aquí y en todas partes
y que no se va
por más que yo lloro y lloro
porque siento que ya
se me acaban las fuerzas y lágrimas
de tanto, tanto llorar
No hay poesías alegres
ni qué festejar,
tal vez sólo este ratito
de calma nomás
en el que me como un pancito
y juego a soñar
que esta casa ya es mía,
que el gato se quedará
para siempre a mi lado
y que la perra será
también eterna por siempre
que ella no morirá.
Un ratito que me concentro
en el amor que me da
mi churris a manos llenas
y la paz que me da
una siesta que también debo
y que es crimen de sal
porque las deudas suspiran
mientras yo juego a esta paz
que me robo entre versos
cuando hay tanto que obrar
mil pendientes y trabajo
que me llama a currar
a dejar los sueños y quimeras
de que ya escampará
de que el gato será eterno
y eterna la paz
de este ratito que robo
y que finjo felicidad.
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