martes, 16 de julio de 2024

160724

 Sembré una flor en cada herida

de tanta herida, sembré un jardín

de ese jardín nace una dicha

que aunque es dicha y no pena, 

no siempre sabe cómo reír.


Con este llanto que es de alegría

y esta flor, de este jardín,

me cuido y me desvelo

oliendo plásticos y jazmín.


Porque tanto mi dicha, como mi pena

siempre están juntas sin dirimir

sin separase ni reprocharse

siempre juntitas en el jardín.


Y con mil flores, de mil heridas

decanso frágil en mi jardín

porque tanto las flores como las penas

igual me hacen soñar a morir.


Que son mis flores todas juntitas, 

en los mil ramos de mi jardín

que me recuerdan que de estas penas

igual pude volver a vivir.


Y con lágrimas riego sus hojas, 

con mis manos revuelvo su paz

y con gusto cuido los brotes

de alegrías que ya nacerán.


Porque con flores de tantas heridas

un prado llegué a cubrir

un campo que es mi refugio 

en el que llegar a dormir.


Llegar a descansar la frente, 

a oler y a sentir el dulzón

sabor de mil flores que el aire

riegan sin pena con su verdor


y se llenan de vida y de ojos

que ansían el suave fulgor

de tantas flores que bailan

como si no fueran ellas dolor.


Dolor que ya murió y ahora baila

mil llantos y una canción

que se repite tranquila y sonríe

viedo tanta, tantísima flor.

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