cada noche me faltan las horas
de sentarme un rato en el rincón
en el que cada que me acurrurco
encuentro siempre un dulce calor
que me acompaña y me calienta
con un suave sutil sabor
que se me deshace en esta boca
que se me seca sin tu picor
Cada noche mientras escribo,
y llega la aurora con su rumor
de olas de pajaritos
que despiertan con buen humor
que sin falta me recuerdan
con sonidos de flor que son
los soniditos qque escucha
el que enamorado tiene el amor.
Oigo con risa los suavecitos
ruiditos del despertar
de la mañana que ya anticipa
que muy prontito vendrá a llegar
que los madrugadores apenas vienen
que los primeros ya empezarán
a lidiar con un día que otros
un poco hemos de postergar
que al menos por un capricho
empezaremos un poco tarde y mal
y en esa hora bien tempranito
se me viene el antojo terrible y cruel
de este delirio que me duerme juntito
apenas en el cuarto, no éste, aquél
que el la pared que tengo veo y que toco
que envidiosa me aleja de este vicio tan fiel
que se me antoja muy de mañana
que se me antoja pa poseer.
Suevecito me asomo al cuarto de al lado
y con cautela lo miro volver
a no saber que anda causando
mil desvelos y desvaríos por cien
que unos metros todas las horas
un poco antes de amanecer
lo están deseando gozosas
mil voces dkscokaa
que se me suben y me repiten
que es tan fácil como correr
despacio bien despacito
a ocupar el hueco aquél
que de calor me llena muy siempre
y que quiero llegar a beber
a saborear hasta que me sacie el hambre
que ayer sólo era antojo muy fiel
pero que siempre terminan por ser
ganas voraces y peligrosas
por despertar el sueño aquél
del justo y merecido
pero sabroso también
del antojo que está durmiendo
sin saber nunca que de él
se están escribiendo unos versos
para no irlo a bien comer.