jueves, 27 de febrero de 2025

280125

 No me entiendo a mí misma

lo descubrí recientemente.


Ni siquiera lo descubrí.


Me lo dijeron.


Me lo dijeron primero con cuidado y cariño

y al día siguiente con naturalidad y precisión.


A veces le dicen disociación.


Yo no sabía que no siempre hay tantas voces,

mis voces.


Son muchas: 

      -Ellas.


     -Yo.


      -Nosotras: yo y las voces.


Y somos tantas. 


Soy algunas que a veces no oigo. 


Soy otras que a veces olvido.


Habemos otras más que encuentran nombre apenas,

aunque lleven ahí desde siempre,

aunque ya las había visto todo el mundo,

aunque ahora sean algo cool.


Hay unas con miedo, 

hay una muy cansada,

hay otra torpe, inválida 

y una más que soy yo. 


Y lo peor, 

nunca sé cuál soy o seré hoy,

no sé cuál fui ayer, 

menos quién seré mañana.


Es que no me entiendo,

no sé quién soy. 


No escribo que escribo que escribo, 

no hago portaretratos, 

no tengo entrada en wikipedia,

no salgo en la tele. 


No sé bien cómo saber más de mí,

siento que apenas me avisan que tengo que hacer junta de vecinas,

hacer mesa directiva

poner atención a todas las voces:

a las minorías, 

a las refugiadas,

a las heridas,

a las voces de infancia, 

incluso a las voces de guerra.

Tal vez más a las voces de guerra. 

No sé. 

Tal vez mejor a las voces de paz,

espero.


Son muchas voces, tampoco sé cómo reconciliarlas.

Me abruman. Nos abrumo.

Eso me preocupa mucho: 

abrumarme.

Abrumarnos.


A veces siento que me abrumo demasiado, 

Trato de reírme para hacérmela más leve.

Para llevarla cool como los chavorrucos. 

Trato de ser mi tía buena onda, la amiga alcahueta.


Me siento en mi cuarto para mi uso particular

y la voz "señora feliz de Jane Austen" me calma.

Me ofrece una bebida caliente y panecillos.


Lo malo es que también soy la señorita causas sociales

y me caigo mal porque todo el tiempo me recuerdo que deberíamos separar el cartón

y no usar tanto pet

y no dejar la comida en latas porque son tóxicas

y checar ese dato del cáncer y las cosas de silicón en el horno.


Me canso

Me hablo y me hablo y me hablo

me aturdo

todas nosotras que soy yo misma

conmigo

todas esas

me aturden

que soy yo misma

que me aturdo


Y así, siempre, todo el tiempo. 

Lo más peor.

Lo pésimo peor.

Que hay una yo que no tiene voz, es cuerpo, es cuerpa.

Y tampoco me dijeron que a esa también hay que oírla. 

Menos me voy a poder entender así.